
Brígida Muñóz Villalba

Queridos vecinos de la Villa de Alfambra, yo, Brígida Muñoz Villaba, comendadora de la XIX Encomienda de Montegaudio suscribo y me someto al Fuero de Alfambra .
El Fuero de Alfambra regulaba las relaciones de los alfambrinos ya en el siglo XII y con mi nombramiento, he tenido la oportunidad de conocerlos y así comparto con todos los aquí presentes la validez y actualidad de los mismos.
El fuero promueve la hospitalidad, la convivencia en la villa y vela por los más vulnerables.
Así, dice el fuero:
Colonia del nombre vedado
Todo aquel que llamara a su vecino el nombre vedado, o cornudo, o tornadizo (homosexual) o gafo (tullido), si fuera probado con dos vecinos, peche 15 sueldos.
Ya en aquella época se condenaban los insultos y las faltas de respeto, que menos que apliquemos en nuestro día a día el no ofender a nuestros vecinos.
Otro de los fueros nos dice:
Omme que tuviera enemigos
Todo de Alfambra que aquí viniera a poblar y tuviera enemigos y los enemigos vinieran a poblar después, no serán tenidos a menos.
En el fuero dice “no sean acogidos menos de su amor”. Expresión que ha llegado a nuestros días de no ser tenido a menos, ser despreciado, no ser tratado como un igual.
Hacer de menos; no permitáis que nunca nadie os haga de menos. Os lo digo desde mis 82 años de experiencia en la vida, siempre he dicho que nací 30 años antes de lo que mi mente pensaba:
Tuve que emigrar para buscarme un futuro y a lo largo de mi vida he tenido que soportar que me hicieran de menos, imaginaos una mujer, emigrante, pobre, bajita y poquita cosa. Pues esta mujer aprendió el oficio de modista, crio a 3 hijos, cuidé a los abuelos y a los nietos que fueron llegando. Siempre trabajando fuera y dentro de casa. Y aunque me hicieron de menos, luchando he conseguido tener una familia maravillosa y estar en mi querida Alfambra haciendo lo que siempre he hecho, ayudando en todo lo que puedo a los demás. Participo de todo lo que puedo para hacer este pueblo un poquito mejor.
Os aliento jóvenes de Alfambra a creer en vosotros y así todos juntos hacer este pueblo más grande.
Los grandes caballeros hacían grandes gestas y por eso recibían bienes y homenajes. Pero siempre quedaban las mujeres para cuidar, cultivar y mantener a los que quedaban en la villa cuando se iban los hombres a las batallas. A esas mujeres nadie les reconocía su trabajo silenciado, sumiso e invisible a los ojos de los hombres.
De esas mujeres estamos muchas con las que comparto este honor de ser comendadora.
De los fueros de Alfambra quedan pocos de los conflictos que regulaban, pero en esta Subida de la Encomienda rememoramos con orgullo un pasado valiente, hospitalario y honrado de los pobladores de esta nuestra Tierra Roja.
Muchas gracias y Viva Alfambra!
Puedes descargar el texto de su nombramiento en la Iglesia de la Asunción aqui.